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Tesis en defensa del Yoga contemporaneo

Emiliano E. J. Crivellari

Creo que la mejor forma de comenzar este artículo es con una afirmación: “El yoga que hacemos hoy no es el yoga milenario”. Puede que tal enunciado no sea una novedad, no obstante, a diferencia de otros artículos que he leído al respecto, donde una idea similar es presentada como algo criticable y negativo, yo me animo a admitir que, en cierto sentido lo festejo. En definitiva mi afirmación inicial quedaría de la siguiente manera: “El yoga que hacemos hoy no es el yoga milenario, y eso es una necesaria consecuencia natural de quiénes somos”

Como siempre, advierto que mis artículos son sólo el producto de mi estudio y reflexiones propias, no es mi intención ofender ni herir susceptibilidades, y cualquier critica fundada y constructiva será más que bien recibida.

Continuando con mi exposición, es usual encontrar expresiones como “milenario”, “ancestral”, “original”, etc. anunciadas para hacer referencia a que el Yoga que enseña tal o cual maestro es el más “real”, o el más fiel al desarrollado hace milenios en la India. No obstante, la mayoría de las veces, por fortuna, tales expresiones no se deben más que a una estrategia de marketing. Son frases que venden, desconozco el motivo, pero por alguna razón parecería que existe una tendencia, quizás irreflexiva, a aceptar y afirmar que todo lo relacionado con el pasado es mejor. Coincido en que hay sabiduría en reflexiones antiguas, pero también noto que cuando se analizan a fondo, la mayoría de las culturas antiguas presentan rasgos que, posiblemente, la mayoría de nosotros hoy no compartamos: esclavitud, sacrificios, violencia, falta de igualdad social, discriminación, etc. Por lo tanto sería al menos precipitado aceptar, ciegamente, “ab initio”, que “todo” lo antiguo está compuesto por una sabiduría inmensa y secreta inaccesible al hombre moderno no iniciado.

Siento que con el Yoga sucede algo similar, a medida que retrocedemos más y más en el tiempo, nos acercamos a un Yoga más y más distinto al que practicamos y, creo yo, cada vez más distinto al que necesitamos hoy en día. Permítanme explicarme: En mis otros artículos y videos he abordado el tema, sin embargo, creo conveniente hacer una breve referencia al mismo. Tanto el Yoga antiguo, como el clásico (el que se encuentra en la compilación “Yoga-sūtras” de Patañjali), era un yoga orientado a la liberación, término que suena hermoso a nuestros oídos, y que lo repetimos con orgullo, pero… ¿liberación de qué? es que ese Yoga buscaba liberar al hombre de la ignorancia, ¿a qué se refiere con ignorancia?, simple: para la filosofía imperante en la época (darshana (Ver nota al pie 1) Samkhya y también Yoga, y la influencia del darshana Vedanta) existe una dualidad, por un lado el cuerpo y la mente (organismo psicofísico (Ver nota al pie 2), o entidad psico-física) y por otro lado el alma. Estas dos realidades son diferentes y opuestas, una es eterna, perfecta y pura (el alma) y la otra, el cuerpo y la mente, se encuentra constantemente sometida a impulsos y deseos; deseos que, de no satisfacerse, llevan al sufrimiento y si se satisfacen sólo llevan a nuevos deseos. ¿Cuál es el problema entonces? el problema es la confusión, el alma se identifica con esa entidad psico-física, confundiéndose con ella, no permitiéndole ver que en realidad es perfecta, sin necesidades ni deseos que satisfacer. Al confundirse con el cuerpo también se confunde con la mortalidad de ese mismo cuerpo, por eso el alma queda atada al ciclo infinito de reencarnaciones, presa. La manera de liberarse de ese ciclo eterno de reencarnaciones (de ahí lo de la “libertad”) era alcanzando el conocimiento de que el alma es diferente al cuerpo, no mezclarlos e identificarse con el alma en vez de con aquella entidad psico-física mortal e imperfecta. Por eso “Pratyahara” busca restringir o replegar la percepción de los sentidos (porque proviene del cuerpo físico) y “samadhi” que es la finalidad suprema del Yoga en esta filosofía es vencer o liberarse de “Samsara” (el ciclo infinito de reencarnaciones).

Entonces, en lo personal, este Yoga de hace dos mil o tres mil años, no me sirve del todo, al menos no si lo sigo estrictamente y fiel a sus postulados iniciales. Veamos a qué me refiero:

Primero: la idea de libertad: la libertad a la que hace referencia es a la libertad del ciclo de reencarnaciones, para lo cual primero debería creer firmemente en la reencarnación y no estoy seguro que todos los practicantes de Yoga hoy crean en ella. Además, si toda nuestra actividad yóguica estuviera destinada a evitar una reencarnación futura ¿dónde quedaría el aquí y ahora que tantas veces mencionamos?

Segundo: claramente, tanto en el Yoga-sūtras de Patañjali, representante del Yoga clásico, como en el Yoga preclásico, para alcanzar el cometido de la libertad, se proponía una vida ascética, alejado de la sociedad y la familia, una vida sacerdotal, y célibe. Basta con ver el yama “brahmacarya”, que clara y literalmente era una prohibición de la actividad sexual, similar al celibato, y no se moderó hasta la influencia del tantrismo (Ver nota al pie 3) (varios siglos después). Ese modelo de vida, tipo monje, no es el que la mayoría de los practicantes de yoga quiere ni necesita para su vida hoy.

Tercero: el hecho de que el cuerpo y la mente eran vistos como algo que conducía al error, a la confusión y a la muerte, hizo que en cierto sentido, se comenzara a sentir un rechazo por el cuerpo físico, es que era lo que nos conducía a la muerte del alma, a su condenación al sufrimiento eterno. Afortunadamente siglos o milenios después el desarrollo del tantrismo modificó esto (Ver nota al pie 4). No obstante si nos aferráramos al Yoga más antiguo, fiel a su esencia, serían estas las ideas con las que trabajaríamos. Y sinceramente, para rechazar el cuerpo y verlo como objeto de condenación ya hemos tenido suficiente en Occidente con religiones basadas en la culpa. De hecho, en lo personal, y muchos otros que me han expresado lo mismo, hemos recurrido al yoga en cierto sentido para alejarnos de la estructura rígida de pecado, dogmas y condenación que imperan por la influencia, conciente o no, del Cristianismo en Occidente. Lo que me lleva al siguiente punto:

Cuarto: si se me permite retomo la idea de libertad, muchos practicantes de Yoga, entre los que me incluyo, han sentido que gracias al Yoga han logrado “liberarse”. Esa es una afirmación de vital trascendencia para esta tesis, ya que si nos centramos en el Yoga antiguo la “liberación” era algo muy, pero muy distinto, a la idea actual, como mencioné la “liberación” era del ciclo de las reencarnaciones, nada más. Sin embargo la libertad que buscamos los practicantes actuales de yoga es de las opresiones de la vida moderna, de su ritmo acelerado y asesino, y claro, de sus mandatos sociales impuestos. Lo que buscamos hoy y sentimos encontrar en el Yoga es completamente opuesto a lo que propone el Yoga antiguo. Hay que atender a dos cuestiones, la primera ya la mencioné: la idea de libertad se refiere a liberar el alma de su identificación con el cuerpo, liberarla de las reencarnaciones constantes. Pero la segunda es la más curiosa: el Yoga, prácticamente en toda su historia, se desarrolló en una cultura estratificada en castas (Ver nota al pie 5). Y en eso no había nada de libertad, era prácticamente imposible salir de la propia casta en la que se había nacido, es decir no había posibilidad de “descubrir la propia esencia”, ni la identidad individual y personal, nada de eso, de hecho en la Bhagavad-Gita, Krisna le aconseja a Arjuna que combata, que comience la guerra, incluso contra su propia familia, ¿y por qué? porque Arjuna era de la casta guerrero, y ese era su Dharma (Ver nota al pie 6) (su deber, lo que debía hacerse; si se hacía otra cosa, o incluso si no se hacía nada, es decir inacción, era un error). Es que es propio de las filosofías orientales, no concebir la vida como una búsqueda de la identidad propia, ni como un acto de descubrimiento, ni de desarrollo de las potencialidades y deseos propios, si no como un acto de cumplimiento del deber (Ver nota al pie 7), de lo que se debe; un deber prefijado por otros antes de nuestro nacimiento. Me animo a decir que la búsqueda de los practicantes de Yoga actuales no se centra en obedecer, sin cuestionamientos, lo que los “antiguos” fijaron como una obligación para todos los que tuviéramos tal o cual característica. Me da la sensación que nuestra búsqueda es justamente lo opuesto, mirar hacia adentro, sin escuchar los preceptos ajenos y encontrar nuestra esencia más íntima y personal.

El Yoga postclásico se caracteriza por la influencia del tantrismo, sí, tantrismo, de tantra, al igual que la expresión “tántrico”, y es que prácticamente todo el Yoga que se practica hoy en Occidente es un Yoga tántrico, por mucho que a algunos le genera aversión decirlo, el Hatha Yoga es un Yoga tántrico. Históricamente, por determinadas características del tantrismo, ha sido un término cargado de prejuicios, incluso en la misma India donde se rechazaba sin saber (o aceptar) que, inevitablemente, las prácticas tántricas estaban presentes y se expandían hasta incluirse en los mismísimos upanishads (parte del corpus védico) (Ver nota al pie 8).

Los siglos de tantrismo, afortunadamente, generaron una evolución en muchos aspectos del Yoga, y lo fueron transformando en una versión de la disciplina más similar a la que conocemos hoy en día. Por ejemplo aquella arcaica idea de la liberación del ciclo de las reencarnaciones, el cuerpo dejó de ser algo que se trataba con rechazo para convertirse en un vehículo para alcanzar la divinidad, se difundieron prácticas para cuidar y sanar al cuerpo. El tantrismo se expresa con un lenguaje muy simbólico y metafórico, de búsqueda que da lugar a cierta interpretación y valoración personal.

Y sobre todo, en este camino de aproximación a lo que hacemos hoy como Yoga, en este periodo de Yoga postclásico, se desarrollo en “anga” de las āsanas. De acuerdo o en desacuerdo no podemos negar que el Yoga que hacemos hoy en día tiene una gran presencia de variedad de āsanas, las mismas se realizan durante gran parte de la clase y de alguna manera se han convertido en símbolo visible, exteriorizable, del Yoga. Sin embargo si siguiéramos en Yoga preclásico o clásico (de Patañjali) prácticamente no tendríamos āsanas, en Yoga-sūtras no se describe en detalle āsana alguna, es que no eran de gran importancia, el trabajo era meditativo, no físico. (Ver nota al pie 9)

Recién en el Hatha Yoga Pradipikia (del S. XIV ó XV, y con la influencia del tantrismo) se describen unas 14 āsanas, de las cuales sólo 4 se describen como “āsanas” y el resto como posturas generales. Luego en el Geranda Samhita (del S. XVII, y continuando con la influencia del tantrismo) se mencionan unas 32 āsanas. ¿Puede notarse cómo a medida que nos acercamos a la época contemporánea el Yoga comienza a parecerse más y más a lo que conocemos como Yoga? La forma final de la práctica del Yoga en su aspecto físico lleva el sello del maestro Iyengar, que de alguna forma definió y difundió, (ya en el S. XX, más precisamente a partir de 1950) la práctica como la conocemos hoy, haciendo hincapié en la importancia de la alineación, corrección y ajustes de āsanas. No es necesario advertir que no es del todo milenario, muchas de sus partes ni siquiera llegan a tener un siglo, aún así, claramente debe resultar beneficioso ya que en los últimos años el Yoga ha alcanzado un nivel de difusión y practicantes que nunca se ha visto en Occidente, y la verdad tampoco en Oriente, al menos no como lo conocemos hoy, la imagen mental de un yogui de hace miles de años haciendo una práctica similar a la de la mayoría de las clases actuales (sea de la escuela que sea), es, posiblemente, un producto de la imaginación, algo que es muy poco probable que haya ocurrido realmente. Es que el Yoga que se vive hoy, casi en su totalidad, no tiene más de 100 o 150 años. Existe una obra magnífica, producto de un estudio serio, documentado y fundado, de Mark Singleton llamado “Yoga Body” (Ver nota al pie 10) donde de alguna manera plantea cuestiones similares, esencialmente, entre otros temas, menciona la influencia de Vivekananda y su labor de “introducir” el Yoga en occidente (a principios de 1900), no obstante aquel Yoga no hacía hincapié alguno en las āsanas. De hecho postula que las āsanas del Yoga moderno son el producto de un complejo intercambio y diálogo entre Oriente y Occidente, donde elementos de la gimnasia sueca de Ling (1776-1839) y el fisicoculturismo de Sandow (1867-1925), fueron mezclándose con las ideas que difundió Vivekananda. Disciplinas que también llegaron a la India y de alguna manera revitalizaron las prácticas de aspectos físicos del Yoga que eran ciertamente menospreciados.

También se puede mencionar el famosísimo “saludo al sol”, que, afirman Hernández y López, fue “…desarrollado en el siglo XX por el político hindú Bala Sabih Vahaban Rao, que lo ideó en 1929 (…) Obtuvo popularidad en 1937, cuando la periodista británica Louise Morgan vivió en su palacio (…) y aprendió esta serie. Ella se encargó de redactar la explicación de esta práctica en un libro que fue publicado al año siguiente (…) Después de la segunda guerra mundial, la secuencia se difundió (…) Incluso llegó a creerse que se trataba de una práctica yóguica antigua…”(Ver nota al pie 11)

Sin embargo disfrutamos de la realización de esta secuencia, obtenemos un beneficio de ella y tiene un valor que excede, aunque también acompaña, la tradición y lo simbólico. No recuerdo a nadie rasgándose las vestiduras gritando que tiene menos de un siglo, pero sí veo que muchas veces lo promocionan dentro de un conjunto de prácticas “presentadas” como milenarias, y que en realidad no lo son.

Básicamente el yoga que conocemos hoy como Yoga, en Occidente, es, en gran parte, un producto del S. XX, que tiene ciertas bases de una filosofía y tradición milenaria. No obstante, adoptar, por ese simple hecho una actitud negativa no me parece fundado. Pensar que por se moderno es malo es igual de arbitrario que pensar que por el sólo hecho de ser antiguo es bueno. De hecho, gracias a errores del pasado, en muchos aspectos, la humanidad ha desarrollado un estado de conciencia superior; en otros aspectos, claro… no aprendemos más, sin embargo eso no quita los otros aciertos.

En definitiva, el punto que intento expresar es el siguiente: El Yoga que hacemos hoy es diferente al Yoga de hace cinco, tres, o un milenio, incluso es diferente al de hace 500 ó 200 años. No obstante no está totalmente desconectado de aquel. Si pensamos en el Yoga como un organismo viviente notaremos que la clave de su supervivencia ha sido su increíble poder de adaptación, adaptación a diferentes tiempos (3 mil años como mínimo), diferentes culturas (Oriente y Occidente), diferentes filosofías (Vedanta, Samkhya, Tantra, que si bien no es un darshana tiene un conjunto de postulados propios), etc. El Yoga se ha modernizado desde el momento mismo de su creación, incluso para los que sostienen que existió siempre. Ha avanzado gracias a su versatilidad y lo ha hecho sin olvidar su contenido milenario. ¿A qué me refiero?, por ejemplo, a que aún bajo la enorme influencia del tantrismo, el Yoga no se “creó” de nuevo, sino que se tomaron bases del Yoga de ocho partes de Patañjali (ashtanga) y se adaptaron o se le agregaron nuevas (Ver nota al pie 12) (como la idea de kundalini, chakras, etc.) Lo mismo ha sucedido desde entonces, incluso hoy en día, donde nuestro Yoga, mucho más personal, toma ideas provenientes del Vedanta, el Budismo Zen (que es una herejía del hinduismo) (Ver nota al pie 13), el taoísmo, llegando hasta autores de autoayuda contemporáneos. Incluso aunque haya ideas contradictorias, entiendo que esto no es incorrecto, simplemente seleccionamos lo que nos conduce a nuestra propia noción de plenitud, satisfacción y realización. Conozco extraordinarios maestros que fusionan el Yoga con artes marciales, psicología, neurociencias y muchas otras disciplinas. En algún momento el Hatha Yoga fue una novedad, ¿qué hubiese sucedido si todos los conservadores se levantaban contra él? (de hecho algo de eso hubo) ¿qué hubiese sucedido si todos se hubiesen negado a practicarlo? ¿si todos hubiesen negado las āsanas? ¿si se hubiese continuado con el rechazo del cuerpo? Me pregunto: ¿habría llegado el Yoga hasta hoy?

El Yoga, hoy, es una creación conjunta de la humanidad, con independencia de credos y nacionalidades. Incluso me animo a decir que el yoga hoy es una creación conjunta entre Dios (si creen en Él) y los hombres, cosa que lo hace aún más maravilloso que si fuera una mera “verdad” revelada antiguamente.

Maestros, profesores, instructores, practicantes, estudiosos, colegas, amigos: creo que este es el momento de nuestro Yoga, de contribuir a su evolución, de presentarlo para que esté al servicio del humano de hoy, con sus carencias y sus aciertos. Reconocer su historia (tanto la antigua como la reciente), enseñarla como lo que es y valorar su origen, pero no encadenarse necesariamente a este, reivindicar nuestro aporte a la disciplina, desarrollarlo hoy y vivirlo hoy. Puede que plantemos la semilla que servirá para futuras generaciones, quienes tomarán algo de lo que nos precede, y probablemente modifiquen algo de lo que nos es presente. Hoy existe un Yoga vivo, dispuesto, construido por la historia misma, con el aporte de Oriente y Occidente, guarda en su genética restos de todas las épocas en las que vivió, recuerdos de todos los tiempos, de todas las personas que alcanzó, hagamos, humildemente, con toda nuestra dedicación y capacidad, un intento desinteresado y honesto para que tampoco se olvide de nosotros. Culmino con una frase atribuida a Krishnamacharya, desconozco su contexto dado que no pude hallar la fuente, no obstante su mensaje es claro: “Un buen profesor sabe adaptar el yoga a la gente, y no intenta adaptar la gente al yoga”. Nada que agregar.

Emiliano E. J. Crivellari

Referencias y citas:

  • En palabras de Eliade Mircea “Un darsana, es evidente que no es un sistema filosófico en el sentido occidental. Pero tampoco deja de ser un sistema de afirmaciones coherentes, coextensivo a la experiencia humana; que intenta dar una interpretación global y que tiene como finalidad ''liberar al hombre de la ignorancia'' (por variadas que, por otra parte, puedan ser las acepciones que transmita la palabra ''ignorancia'').” Mircea Eliade. “Técnicas de Yoga”. Editorial Kier S. A. Barcelona. 1994. pag. 15
  • Al respecto del término “organismo psicofísico” el mismo fue tomado de Ruiz Calderón Javier. “Breve Historia Del Hinduismo. De Los Vedas Al Siglo Xxi” Editorial Biblioteca Nueva. Pag 70.

    Por su parte Eliade Mirce utiliza la expresión “psico-mental” para referirse a la misma idea. Eliade Mircea. “Yoga. Inmortalidad Y Libertad”. Editorial La Pléyade. Buenos Aires. Pag. 27

  • En palabras de DeRose: “No sólo el Yôga Clásico, sino cualquier rama del Yôga de línea brahmáchárya, reconocen el cuarto yama como una restricción clara y absoluta de la libertad sexual. Solamente las modalidades de Yôga de tradición tántrica admiten un sentido más tolerante, de castidad en los actos sexuales, pues utilizan la sexualidad como herramienta para impulsar la evolución interior.” DeRose. “Orígenes del Yôga Antiguo”. Editorial Kier S. A. Buenos Aires. 2006. pag. 89.
  • Afirma Eliade Mircea “…El Hathayoga revive la concepción arcaica del cuerpo humano que puede ser divinizado. El pesimismo y el ascetismo upanishádico y postupanishádico quedan abolidos. El cuerpo ya no es ''la fuente de sufrimiento'', sino el instrumento más seguro y completo que el ser humano haya tenido a su disposición para ''conquistar la muerte''. Puesto que se puede alcanzar la liberación en esta misma vida, se ha de conservar el cuerpo el máximo tiempo posible y en perfecto estado para facilitar la meditación (cf. Gherandha-Samhitā, I,8).” Mircea Eliade. “Técnicas de Yoga”. Editorial Kier S. A. Barcelona. 1994. pag. 164
  • En palabras de Ruíz Calderón: “Para la época de los dharmaśāstras ya se nacía dentro de una casta y no se podía salir de ella, salvo expulsión por transgresión grave. A finales del primer milenio d.C. el sistema ya estaba totalmente cristalizado y la sociedad hindú dividida en cientos de pequeñas células aisladas entre sí. (…) Las castas superiores evitaban el contacto con las inferiores para no contaminarse. A esto se debe también la prohibición del matrimonio entre miembros de castas diferentes. La norma de la endogamia se justifica por la idea de que la mezcla de castas es la causa de la degeneración de la sociedad, del dharma. El sistema de las castas se apoya teóricamente en la doctrina del karman: Cada individuo nace en la especie viviente o en la casta humana que le corresponde según sus acciones en vidas anteriores. El destino presente no se cuestiona: se nace en la casta que se merece, y la persona debe cumplir el dharma de su casta para adquirir méritos y poder seguir avanzando, vida tras vida, hacia la liberación final. Por eso, el sistema de castas ha dificultado la movilidad social contribuyendo a mantener las desigualdades y la estabilidad social a pesar de los cambios políticos…” Ruiz Calderón Javier. “Breve Historia Del Hinduismo. De Los Vedas Al Siglo Xxi” Editorial Biblioteca Nueva. Pag. 89
  • Al respecto deseo citar a Lauría y Ciarlotti, en su obra “Yoga del Conocimiento” (Ediciones Lea S.A. Bs. As. 2009): “Lo primero que Krishna le pide a plantea a Arjuna es que debe buscar el conocimiento como única condición para lograr la liberación (moksha). Mientras tanto, simultáneamente lo insta a pelear y le pide que se haga cargo de su dharma como soldado” pag. 32

    Recomiendo ampliamente la lectura íntegra de la obra citada dado que ofrece, entre otros temas, una valiosa interpretación del concepto de dharma dentro del contexto de la Bhagavad Gita.

  • En palabras de Joseph Campbell “…en el gran Oriente, donde el único pensamiento con el que poder identificarse absolutamente es el de la máscara o papel asignado en el conjunto social y después, cuando todas las tareas asignadas han sido llevadas a la práctica, hay que anularse por completo, fundirse en el mar como una gota de rocío. Pues allí -en contraste con la idea típicamente occidental de un destino y un carácter potencial en cada uno de nosotros, que debe ser llevado a cabo en el transcurso de la propia vida como su "significado" y "realización"- el interés principal no es la persona sino (al igual que en los modernos y tiránicos estados comunistas) el orden social establecido: no el individuo único y creativo - al que se ve como una amenaza-, sino su subyugación mediante la identificación con algún arquetipo social local, y la represión, simultáneamente, de cualquier impulso que pudiera conducir a una vida individual. La educación es adoctrinamiento, o, tal y como se dice en la actualidad, lavado de cerebro. El brahmín tiene que ser un brahmín; el zapatero, un zapatero; el guerrero, un guerrero; la esposa, una esposa: nada distinto, nada más y nada menos.” Campbell Joseph. “Los Mitos. Su Impacto En El Mundo Actual”. Editorial Kairós, S.A. Barcelona. Pag. 84
  • Afirma Ruíz Calderón: “Pero como el tantrismo se ocupa sobre todo de las técnicas rituales, su influencia práctica ha sido aun mayor que la doctrinal y teológica, y la estructura de la pūjā y el resto del culto hinduista están empapados de tantrismo. Pese a ello, el hinduista medio no es consciente de esta omnipresencia del tantra, y suele considerar el tantrismo como algo esotérico y marginal, y a los tántricos como personas inmorales y peligrosas, dotadas de poderes mágicos y a las que es mejor no acercarse.” Ruiz Calderón Javier. “Breve Historia Del Hinduismo. De Los Vedas Al Siglo Xxi” Editorial Biblioteca Nueva. pag 158
  • Siempre me llamó la atención cuando se anuncian clases de “Yoga clásico”, y sin embargo más de la mitad de la clase consiste en hacer āsanas que no existían en la época del Yoga Clásico, aún no lo comprendo.
  • Mark Singleton. “Yoga Body. The Origins of modern posture practice”. Oxford University Press Inc. New York. 2010.
  • Isabel Hernández y Pedro López. “El nacimiento del Yoga. Órigenes y practica del yoga en el año 3000 AC.” Editorial Visión Libros. Madrid. pag. 50
  • Así lo describe Ruíz Calderón: “Los yogas tántricos añadieron técnicas nuevas a las ya conocidas del yoga clásico. Aparecieron nuevas formas de meditación (dhyána), como la visualización de los cakras o de deidades en el cuerpo sutil, la atención a los sonidos internos que permitirían abrirse a la vibración primordial de la que todo procede, etc. El yoga tántrico más vulgarizado en Occidente es el hatha yoga o «yoga de la fuerza», que utiliza posturas corporales, contracciones musculares, ejercicios respiratorios y técnicas de limpieza para dominar los cuerpos físico y sutil y lograr así el control de la mente, el despertar de Kundalini y, en consecuencia, la liberación del sufrimiento. Este yoga existe desde alrededor del siglo x d.C. y su texto más importante es la Hathayoga pradipika (c. siglo xv).” Ruiz Calderón Javier. “Breve Historia Del Hinduismo. De Los Vedas Al Siglo Xxi” Editorial Biblioteca Nueva. pag 160
  • Afirma DeRose: “…en el Hinduismo el concepto de herejía se entiende en sentido universal: la herejía se produce cuando una religión o secta discorda y se aleja de la doctrina que constituyó el tronco principal. El Budismo tuvo desde sus orígenes una actitud contestataria hacia el Hinduismo, por lo tanto, es una herejía en relación con él.” DeRose. “Orígenes del Yôga Antiguo”. Editorial Kier S. A. Buenos Aires. 2006. nota pag 20